Al fin, durante unos instantes, el tableteo de las armas cesó y el polvo de la batalla se fue asentando. Durante un segundo le había parecido ver cómo las tropas Nómadas se acercaban, mientras el comando Haqqislamita que los tenía retenidos se esforzaba en repelerlas. Durante apenas un par de latidos de su corazón, había albergado la esperanza de poder volver a Corregidor. Pero ahora, sólo podía ver bultos informes desperdigados por todo el complejo industrial mientras su esperanza se desvanecía.
Aún no había tenido tiempo de asimilar su situación. Suponía que esto debía ser algo habitual en la guerra: Verte zarandeado por los avatares del destino. Convertirte en un objetivo simplemente por estar en un mal momento en el peor lugar posible. La sensación de abatimiento que sentía apenas era por la muerte de sus compatriotas. Ser consciente de que todo había acabado también en su caso era peor aún que recibir el disparo en sí.
El estupor que sentía no le permitió escuchar el chapoteo. El agua acumulada en los cráteres creaba un fango imposible de esquivar. Los pasos destacaban sobre el silencio. De forma extraña, su sonido no se veía amortiguados por el humo. Pese a todo ello, la voz le sobresaltó.
- Señora
La clásica voz metálica del micrófono de un casco integral. No provocó ninguna reacción.
- Señora, me oye?
El sonido artificial, tan familiar para los habitantes del espacio exterior. Su rostro no expresó ningún tipo de comprensión. La mirada seguía perdida en el vacío.
- Señora, debemos salir de aquí.
Se giró finalmente, cuando el sonido pudo permear su abotargado cerebro. De pie, en el borde del cráter, vio la silueta de la esperanza. La imagen del héroe tendiéndole la mano. Recordó los carteles, los anuncios y los holos. El lema:
- Has venido a salvar el día?
No sabía cómo era posible, pero tuvo la certeza de que tras el casco integral el soldado sonreía.
- Por supuesto señora, está hablando con un Tomcat. Deme la mano y salgamos rápido de aquí. La cosa se ha puesto interesante.
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